Mi historia de porteo y crianza con apego por: Trixie Armenta.

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Mi historia de porteo comienza desde que mi mejor amiga me regaló un fular en mi baby shower, yo no sabía nada sobre ellos solamente para cargar conocía las mochilitas (no ergonómicas, por cierto), no conocía la importancia de la crianza en brazos ni nada por el estilo, solamente sabía que a mí en lo personal no me gustaba la idea de dejar llorar a los bebés y que eso de embracilarlos era puro cuento a mi parecer, que el llanto es simplemente lo que es, un medio de comunicación para que ellos nos expresen lo que necesitan y punto, nada de manipulación ni esas cosas. Al ver mi regalo me acordé que mi hermana cuando tuvo a su bebé me dijo que lo quería cargar con rebozo, y me acuerdo que subí a buscar todos los rebozos que teníamos pero ninguno alcanzó (obviamente, de los rebozos comerciales que miden unos 2 metros a lo mucho, para los larguísimos de 5 metros pues nunca) y ahí quedó, nunca compramos tela ni sabíamos que se llamaban fulares ni nada.

Lo usé, me enamoré de tenerlo tan cerquita y tener las manos libres y él dormidito bien a gusto. Me emocioné tanto que le mandé una foto a Liz (mi doula), y ahí vino mi corrección y conocimiento sobre el tema y la práctica del uso de los fulares, que a la altura de los besos y demás cosas que no sabía.

Tenía otro también, uno de argolla que me regaló otro amigo pero la verdad no se me hacía tan práctico jaja, me cansaba, además que no sabía ponérmelo justo como para que no fuera a resbalarse.

En fin de repente me invitaron al evento de las clases de porteo y dejé pasar varias hasta que por fin fui, y corregí mi postura, por lo menos mi bebo no se salía pero sí me ayudó a apretar donde no lo había hecho y lo que más me fascinó, conocer otras posturas que solo por videos había podido conocer pero no hacerlas yo de manera segura. De ahí en adelante lo uso, pa´ todo! Desde la casa, hasta andar en taxi, sacarme de apuros cuando estoy en la calle, en el mandado, en largas caminatas donde los brazos estarían cansadísimos, hasta para calentarnos cuando el clima nos agarra desprevenidos, es una maravilla.

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El porteo me ha ayudado, además de hacer mil cosas con las manos libres, a enseñarle a mamis y personas que aún no tienen hijos a que de esa manera también lo puedes traer contigo ¨sin batallar¨, sin ¨cansarte¨ y estando los dos muy bien. Infinidad de personas me han dicho que así traerán a sus futuros hijos,  que si donde comprarlos, que se ve muy práctico, y claro siempre me preguntan que si cómo me siento, que si no me canso, y ahí se asombran al saber que al contrario de cansar, ni se siente el peso. No sé si sea el fular o una simple pero muy fuerte conexión mamá-bebé, ¡pero ese fue un muy buen regalo! Me da gusto poderlo compartir, y más gusto promover estas relaciones cercanas, donde no se limita el cansancio de los brazos, cargar muchas cosas o su edad para tenerlo conmigo.

Trixie Armenta.